domingo, 9 de enero de 2011

La Escuela de Salamanca: Un precedente del distributismo


La Escuela de Salamanca es uno de los exponentes más valiosos y a la vez desconocidos de nuestro "Siglo de Oro", que no fue sólo un periodo de esplendor para las artes españolas, sino también para la ciencia y la educación académica en nuestro país. Conocido es el prestigio que alcanzó la Universidad de Salamanca en su momento y cómo sus máximos exponentes viajaron por las principales universidades europeas difundiendo sus teorías. Sin embargo, la consolidación de la reforma protestante acabó cerrando los centros académicos del norte de Europa al influjo del academicismo católico del sur. A principios del Siglo XX el economista austriaco J.A. Schumpeter volvió a reivindicar la importancia de este movimiento y su decisiva aportación al desarrollo de la ciencia económica. Su principal exponente fue Francisco de Vitoria, siendo algunos de sus principales teóricos Martín de Azpilicueta, Tomás de Mercado, Diego de Covarrubias y Luis de Molina.
Entre las principales ideas económicas de esta escuela se encuentran: defensa de la propiedad privada como algo natural y beneficioso para la sociedad; los beneficios de la libre circulación de personas, bienes e ideas; teorías sobre los beneficios y precios justos; y estudios sobre la moralidad de los préstamos y el cobro de intereses en función de si su destino es el consumo o la producción.
Lo que, desde nuestro modesto punto de vista, enlaza a esta importante corriente de pensamiento ecónomico con el distributismo, surgido entre finales del siglo XIX y principios del XX a partir de la encíclica de Leon XIII Rerum Novarum, es el intento de buscar pautas para la actividad económica que sean compatibles con la moral cristiana. Algunas de las enseñanzas principales que Rerum Novarum, en particular las referidas a los beneficios de la extensión de la propiedad privada de los medios de producción (“Los hombres, sabiendo que trabajan lo que es suyo, ponen mayor esmero y entusiasmo”) y la inoperancia del socialismo como solución al problema del reparto desigual de los recursos se inspiran sin duda en las reflexiones de Francisco de Vitoria ("Si los bienes se poseyeran en común serían los hombres malvados e incluso los avaros y ladrones quienes más se beneficiarían. Sacarían más y pondrían menos en el granero de la comunidad").
Liberalismo y comunismo, que protagonizaron el gran conflicto ideológico del siglo XX, crearon sus propios paradigmas en función de objetivos como la eficiencia o la igualdad, que llevaban a la ausencia de aplicación de criterios morales en un caso y a un férreo e inhumano control de la sociedad y supeditación de la vida y voluntad de las personas a un fin supremo imposible de cumplir en el otro. Ambos son ajenos a la existencia de Dios, y por tanto de un orden moral que ha de impregnar cada actividad humana, también las de producción y comercio. El distributismo, tal y como pretendían los sabios de la escuela de Salamanca, intenta crear un orden justo pero no a cualquier precio sino partiendo de la justicia y moralidad de cada acción y de la libertad de elección de los hombres, que determina al mismo tiempo sus posibilidades de perdición o salvación. Que cada hombre y cada familia pueda acceder a la propiedad de su casa y sus herramientas de trabajo, que pueda producir y/o vender libremente, y que no dependa de gobiernos, grandes compañías o personas poderosas para tomar decisiones como qué consumir o donde trabajar, resulta tan intuitivamente natural como cristiano.

3 comentarios:

  1. Creo que sobre este tema sería necesario hacer muchas puntualizaciones; cosa que en este momento se me hace muy difícil.

    En primer lugar, hay que señalar que no todos estos autores de la Escuela de Salamanca eran unánimes en estas cuestiones.

    En segundo lugar, que estaban hablando de Etica (tanto Filosofía Moral como Teología Moral) y no de Economía, por lo que sus afirmaciones no pueden sacarse del contexto de lo que enseñaba la Etica católica en ese tiempo sobre estas cuestiones; muy especialmente el tema de la usura y sus derivados.

    En tercer lugar, es muy discutible que los teólogos salmanticenses estuviesen abogando por "la libertad de elección de los hombres", concepto completamente moderno y ajeno al pensamiento de esa época.

    En cuarto lugar, y respecto al Distributismo, hay que matizar mucho su última oración:

    a) los Distributistas no decían "que cada hombre y cada familia *pueda* acceder" (a la manera de la liberal "igualdad de oportunidades"), sino que cada familia *debe* acceder a la propiedad de su vivienda y de sus medios de producción (y ese "debe" es garantizado a través del Estado, como dice textualmente Belloc).

    b) "Que pueda producir y/o vender libremente" es una afirmación bastante osada cuando se refiere al Distributismo que defendía el resurgimiento de las guildas y corporaciones aún a riesgo de monopolio; por lo que habría que aclarar muy bien a qué se refiere ese "libremente".

    c) "Que no dependa... para tomar decisiones como qué consumir o dónde trabajar", depende --cuando se refiere al Distributismo--, puesto que éste defiende la posibilidad de formas de planificación de consumo o trabajo siempre que no se limite o coaccione la pequeña propiedad familiar y artesanal.

    Entiendo que en un futuro Ud. irá aclarando estos temas, pero no podía dejar de señalarlo, aunque sea para que conste.

    Siga adelante con esta muy linda bitácora.

    Cordial saludo

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  2. Hola, muchas gracias por leerlo y sobre todo por los comentarios que sin duda me ayudan mucho a reflexionar sobre el tema.
    Yo sí que pienso que, aunque abordaron los temas económicos desde el punto de vista de la moral cristiana, sí que profundizaron lo suficiente como para considerarlos "estudiosos de los economìa", así lo creía Schumpeter y otros autores. Según este artículo, "elaboraron rigurosos análisis sobre distintos aspectos económicos", incluida una primitiva teoría cuantitiva del dinero a raiz de la hiperinflación que provocó la plata americana:
    http://www.eco-finanzas.com/economia/corrientes/escuela_salamanca.htm
    Fueron más allá de la típica preocupación escolástica por la usura.

    Lo de "libertad de elección", sí que es cierto que lleva a confusión, no me refiero a liberalismo económico sino a libertad para elegir en el bien y el mal, en contra del determinismo de los protestantes, más proclive a justificar cualquier conducta económica.

    Lo de la última frase, de acuerdo con lo de "debe" en vez de "puede" (es una cuestión de énfasis ;) ; lo de producir y vender libremente no iba contra la autoregulación gremial sino a favor de la libertad de una familia para ganar su independencia económica y no depender de un empleador, pero es cierto que hay que expresarlo mejor para que no de lugar a confusión; lo mismo con lo de qué consumir (referido por ejemplo a la limitación de opciones que existe por las grandes superficies respecto a una situación en la que hay muchas tiendas pequeñas y algo en lo que Belloc fue visionario: los contratos que el consumidor no puede negociar o ha de tomar unas condiciones estandar como ahora ocurre con bancos o compañías telefònicas) o donde trabajar (referido a la liberación del servilismo de depender de un empleador que te dicta las condiciones casi de tu vida).
    Trataré de dar con una redacción más clara sin hacer el articulillo demasiado largo.

    Saludos cordiales ;)

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  3. No hice la crítica para que tuviera que rehacer la entrada, sino simplemente para que, si le es posible, pudiese profundizar más adelante.

    Respecto a la Esc. de Salamanca, el artículo citado repite lo que dicen muchos libros de texto de historia del pensamiento económico, pero el problema es que la motivación y la condenación era eminentemente ética. Los salmanticenses se referían a la inflación generada por el gobierno mediante la emisión de moneda de baja calidad, un tema que por ej. ya está en Santo Tomás de Aquino, si bien ellos lo profundizan. De alguna manera, se adelantaron también al análisis del "impuesto inflacionario"; pero también lo hicieron con una motivación ética, es decir, no científico-económica. Y el enlace de toda la cuestión pasa justamente por la condenación de la usura (ya los medievales tenían la intuición de lo que modernamente llamamos "valor tiempo del dinero" y, dado que "el dinero no debe producir más dinero", la inflación provocada --directa o indirectamente [y que me perdonen los keynesianos]-- es una forma de usura).
    Esto que puede parecer una cuestión quisquillosa, es importante para no caer en errores como los de Alejandro Chafuén y todos sus seguidores que ven en la Esc. de Salamanca una supuesta "tradición liberal".

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