martes, 31 de mayo de 2011

La belleza de los pequeños negocios

Artículo publicado en Distributist Review.

La belleza de los pequeños negocios

martes, 24 de mayo de 2011

Economía y espiritualidad: El consumo y la utilidad


¿Es posible disponer de modelos económicos más realistas?. Sí, si somos capaces de introducir en ellos factores de índole psicológica que expliquen el comportamiento humano mucho mejor que los clásicos modelos que atribuyen a los hombres comportamientos meramente robóticos. Pondremos a continuación como ejemplo la utilidad marginal del consumo, repecto al que es fácil de observar unas pautas de consumo no racionales, que han de estar por fuerza relacionadas directamente con motivaciones no materiales.

La utilidad o satisfación que produce el consumo de bienes, en relación con la capacidad de éstos para cubrir las necesidades humanas, ha sido objeto de atención de grandes economistas como William Stanley Jevons o Vilfredo Pareto. Más allá del debate sobre si la utilidad es medible o sólo comparable, sí que existe cierto consenso sobre el comportamiento de la misma: la utilidad crece conforme crece la cantidad de bienes que consumimos, hasta llegar a un punto de “saturación” en el que se vuelve decreciente. Se modelizaría por tanto mediante una curva de tres tramos significativos: un primer tramo en el que la utilidad marginal es creciente, un segundo tramo en el que se vuelve decreciente y un tercero, alcanzdo el “punto de saturación” en el que esta utilidad marginal se torna negativa.

El tramo más interesante para nuestro análisis es el tercero. ¿Cómo es posible que un aumento en la cantidad de bienes provoque una reducción de la satisfacción del consumidor?. Se trata de una cuestión básicamente filosófica y el enfoque “homo viator” del economista E.F. Schumacher nos puede servir como explicación de este fenómeno. La idea que el hombre está en el mundo como peregrinaje a un plano superior, o la mera existencia de este plano y el reconocimiento de la faceta espiritual del ser humano, concuerdan con la idea que el grado de satisfación de una persona durante su vida no obecede la mayoría de las veces a causas puramente materiales. En buena lógica se podría pensar que la curva de utilidad nunca podría ser decreciente, pues si una persona tiene a su disposición demasiados bienes bastaría con desacerse de los que le proporcionan utilidad marginal negativa para llegar al punto en el que maximiza su utilidad total. Pero no estamos hablando de una toma racional de decisiones, sino de un comportamiento compulsivo, el consumismo, que puede llegar a cierto punto en el que el aumento del bienestar material genere mayor insatisfación personal. Resulta difícil explicar este fenómeno si no tenemos en cuenta la existencia de otro tipo de bienestar, el inmaterial o espiritual, y por tanto de un plano distinto al material y con mayor poder de influir en el bienestar de las personas que éste. Sin embargo, pese a ser de dificil explicación, es una idea intuitiva (“el dinero no da la felicidad”) bastante arraigada en nuestra cultura.

Valga este caso como ejemplo de una realidad incuestionable: no podemos tratar los asuntos económicos, ni tan siquiera intentar explicar el comportamiento humano, dejando al margen el plano espiritual.

viernes, 20 de mayo de 2011

Kretschmann und Württemberg

La reciente elección de Winfried Kretschmann como primer ministro del estado alemán de Baden-Württemberg (si puede pronunciar ambos nombres habla usted alemán), tras conseguir el partido verde la victoria en las elecciones regionales de dicho estado,marca un auténtico hito en la política del país germano y de toda Europa. Es la primera vez que un partido ecologista vence
en unas elecciones regionales alemanas o en cualquier tipo de proceso electoral de cierta importancia en Europa. Es el primer "verde" que se convierte en presidente de alguno de los "länder" alemanes, y el primer ecologista que alcanza un mandato de relevancia en todo el continente.

Pero lo más importante para nosotros es el perfil del personaje en cuestión. No se trata, como podríamos pensar desde la perspectiva española, de un "ecofreak" ultraizquierdista (grave contradicción, pues no ha habido regímenes más contaminantes ni destructores del entorno, cual orcos al servicio de Saruman, que los comunistas) que viste como un hippie, fuma lo primero que encuentra y celebra el solsticio de invierno en vez de la Navidad. Se trata de un católico romano, padre de familia, cuya ideología podría ser catalogada (con todo el margen de error que hay detrás de cualquier etiqueta) como social-conservadora o eco-conservadora. Pertenece por tanto al ala conservadora de su partido, aquella más centrada en la "Realpolitik". Si el ecologismo por sí sólo conforma una serie de ideas o principios muy generales que es preciso completar a la hora de desarrollar un programa de gobierno real, el señor Kretschmann, con su conservadurismo social, lo completa de una manera natural aplicando a los problemas de la sociedad urbana los mismos principios que inspiran a los que aman la naturaleza. ¿Puede haber algo más ecológico que el amor a la familia y la promoción de políticas sociales que la apoyen? ¿puede haber algo más antinatural que el aborto o la eutanasia?.

El cristianismo, en la medida en que aplica el amor para la solución de los problemas, promueve el cuidado y respeto por el medio ambiente, como parte fundamental de la Creación. Si un verdadero ecologista, que sintiese un amor sincero por la naturaleza más allá de las etiquetas políticas y el obsoleto debate izquierda-derecha, tratase de aplicar sus principios al gobierno de la sociedad humana, habría de llegar por fuerza a conclusiones similares que personas que iniciasen esa reflexión desde el cristianismo o el budismo. No es difícil que todos ellos lleguen a la conclusión de que la destrucción del medio ambiente es una consecuencia de la profunda crisis de valores que padece el ser humano de nuestro tiempo, hechizado por el materialismo y el relativismo moral.

El señor Kretschmann no es exactamente un distributista. Pero si su concepción cristiano-conservadora de la política y la sociedad puede difundirse a través de una etiqueta "de moda" y accesible para el público en general como el ecologismo, ¿no podrían hacer lo mismo las ideas distributistas?. El distributismo no debe conformarse con ser un credo marginal que fomente la creación de pequeñas comunidades aisladas, debe luchar dentro de los partidos y organizaciones sociales con cuyos fines es convergente por abrirse espacios y difundir y hacer accesible al gran público sus ideas, que son tan naturales y justas como el amor por la naturaleza o la familia. Los cambios políticos y sociales son lentos, a menudo llevan muchas generaciones, pero si las ideas y los valores consiguen difundirse entre los hombres, se acaban produciendo. ¿Quién hubiese dicho hace treinta años que un partido ecologista podría llegar a gobernar?.

lunes, 2 de mayo de 2011

Grandes esperanzas


Una dickensiana reflexión en verso...








Nacer pobre, dicen muchos,
nacer pobre es un castigo,
pues ha de heredar el hombre,
parca fortuna del niño.

La soledad del infante,
que vacila en su camino,
entre dudas y lamentos,
en un mundo triste y frío,

no es simiente generosa,
más no ha de dar fruto amargo.
La vida humilde nos hace,
a los ojos de Dios gratos,

nos da fuerzas de flaqueza,
nos deja ver lo sagrado,
la importancia de esas cosas
que nunca nadie ha comprado.

La vida holgada queremos,
todo lujo ambicionamos,
por tener algo que brilla,
creemos que ya brillamos.

La orfandad que nos acecha,
la angustia y el desarraigo,
no es por frío ni es por hambre,
ni es pan lo que precisamos.

Es la Gracia lo que anhela
el alma del ser humano,
el poder que ha de inspirarle,
a logros más elevados,

que ha de darnos la pureza
de corazón de los Santos,
la honradez del buen tendero,
la piedad del hermitaño,

la bondad del justo padre,
la caridad del hermano.
Muy poco más se precisa,
en el mundo que habitamos,

que sea su luz nuestra guía,
y por ello a Dios rogamos,
y que el hombre pueda al fin
ver esperanza en sus actos.